Campaniles

martes, 21 de agosto de 2018

LA CACERÍA DEL MOSQUITO


73/2018

Cuando un mosquito se te posa en un testículo te das cuenta de que siempre hay maneras de resolver un problema sin usar la violencia”.

Proverbio chino



-¿Y cómo fue que se quedó tuerta? -le preguntó el ciego tanteándole el ojo con cautela.

No quiso responderle; pero a su memoria llegaron los recuerdos de aquel día:

Con las primeras luces de la madrugada, en unos segundos de absoluto silencio, pudo identificar el origen de aquel zumbido que la había obligado a mantenerse alerta toda la noche. Allí estaba, silencioso y taimado ahora, dispuesto a la bribonada. Apenas lo sintió sobre la piel de su brazo, donde lo vio hinchándose como un mínimo cerdo glotón, y no podía creer que en un cuerpo tan escaso pudiera caber tanta sangre.

 ¡Su propia sangre! ¡Se estaba alimentando de su propia sangre!

El estupor la paralizó durante el tiempo suficiente como para que el mosquito, saciado, levantara el vuelo y se posara en el techo dispuesto a digerir aquella sangre suya propia que le había arrebatado en un descuido después de haberle robado el sueño durante una noche eterna.

Una cólera sorda en sus entrañas, y una quemazón insoportable en el brazo le impedían pensar en otra cosa que no fuera el acabar con aquella alimaña insignificante, miserable y ladrona que primero, como siempre hacían los de su calaña, le había anestesiado la piel para mejor atravesársela, luego se había hinchado a su costa y, finalmente, le había dejado la vida naufragada en aquel picor insufrible que la obligaba a rascarse hasta hacer brotar entre sus uñas la carne viva. 


¡Ni los muy canallas de los políticos del partido contrario lo hubieran hecho mejor!


Imagen tomada de Internet
Se serenó como pudo, amontonando crecientes y torvas ideas de desagravio; y, sin dejar de rascarse el brazo, se armó con un matamoscas dispuesta a esperar el tiempo que fuera preciso, -no importaba cuánto fuera- hasta que el mosquito descendiera del techo y se posara en algún lugar accesible donde poder consumar su venganza, y alcanzarlo de un golpe certero, inmisericorde, feroz. Como se merecía semejante alimaña.

¡Para que luego dijeran que la violencia no estaba justificada como respuesta justiciera a cualquier agresión como la de aquel mosquito ruin y miserable!, -pensó dirigiendo ahora parte de su incontenible ira mental contra aquellos inútiles pacifistas de pacotilla que andaban de buenistas tontorrones por la vida dando lecciones de no-sé-qué cobarde.

Las horas de espera no consiguieron aminorar su rencor. A ella le podrían tachar de cualquier cosa menos de cobarde.

O de desmemoriada.

Con las últimas luces del día el mosquito agitó sus alas, y ella empuñó el matamoscas con rabia dispuesta al ataque.

El mosquito se desperezó y emprendió un vuelo rasante, y zumbó unos segundos por el espacio del dormitorio, reavivándole todo el rencor acumulado durante las horas de espera, aunque la comezón de la piel del brazo hubiera cedido ya a eso del medio día.


Dispuesta al golpe final, levantó el matamoscas activando todas sus alertas y removiendo en su interior el légamo de la bilis enranciada.


Entonces el mosquito se le posó en un párpado…



En “CasaChina”. En un 21 de Agosto de 2018

domingo, 14 de mayo de 2017

GUIONES y RAYAS





LA RAYA EN LA ESCRITURA. La raya (–) que no debe confundirse con el guión (-) es uno de los signos que más quebraderos de cabeza da a los escritores. Su uso es tan variado, y, al mismo tiempo, tan reglado que bueno será que investiguemos con detenimiento sobre el mismo. Para quienes no sepan dónde buscar información, dejo aquí dos enlaces referidos a las entradas “guion” y “raya” del DICCIONARIO PANHISPÁNICO DE DUDAS, donde, poco a poco, podemos ir haciéndonos con el manejo de estos signos.
·   Porque no podemos ignorar que lo que no me canso de decir: Escribir es una actividad inclusiva de la inevitable comunicación.
·   Escribir bien es un arte que requiere aptitud (estar dotado para hacerlo) y actitud o dominio de la técnica ortosintáctica y estilística.